viernes, 24 de octubre de 2008

Somos prescindibles, pero irremplazables

Esta es una de las primeras teorías que propongo. En éste tiempo que estado fuera de contacto de una persona con la que viví muchos momentos importantes, he pensado que, después de ésta separación brusca que tuvimos, he podido seguir sin él. Y es que somos prescindibles, pero irremplazables.
Me explico. Me refiero a prescindibles ya que ambos hemos podido continuar nuestras vidas sin necesidad del otro. Nos adaptamos a nuevas rutinas en las que omitimos la presencia del otro. Llenamos tiempos y espacios con actividades en las quizás antes participábamos juntos. Tenemos más tiempo para hacer cosas que no podíamos mientras estábamos unidos.
La palabra clave en ésta parte es adaptación. Sabemos que el ser humano es moldeable y reconfigurable, y es ésta cualidad la que se sale a relucir aquí. Darte cuenta un día que ésa persona importante en tu vida (sea novio, madre, padre, amigo o incluso mascota) falleció, se mudó, la ves a veces o has perdido el contacto con ella y notar que ya no te afecta tanto como al día siguiente, a la semana o al mes del hecho que los distanció. Eso es adaptación, que pronto te lleva a la madurez.
Al hablar de irremplazables me refiero a que, si bien hemos reconstruido nuestra vida sin dicha persona, no encontraremos otra que nos haga sentir de la forma en que nos sentíamos con ella. Esta parte de mi teoría se apoya en que somos únicos. No hay nadie como tú o yo en éste mundo. Cada parte de nosotros en irrepetible en otro ser. Tu sonrisa, el tono de tu voz, sentido del humor, caminar, conocimientos, temas de conversación, formas de sentir y ser, son únicos.
Es así como llegué a la conclusión de que, si bien la otra persona encontró a alguien para cubrir el "hueco o vacío" espacio - temporal que dejaste, no encontrará a alguien igual a ti o viceversa. Tal vez alguien similar, pero siempre faltará algo que los diferenciará. Pero la tristeza no cabe aquí. La añoranza menos. Sólo saber que esos momentos que vivieron son irrepetibles, pues la combinación que hacían no existe ni existirá más, los hace tesoros invaluables.
Oyendo "Todo lo demás" de Andrés Calamaro (al que veré pronto)
Puedo presumir de poco porque todo lo que toco se rompe.
Te presté un corazón loco que se dobla con el viento y se rompe.