martes, 30 de marzo de 2010

Noria

Ciertamente estoy aburrida.
Mi voz, sin salir de mí, 
rebota en las paredes de ésta habitación monócroma
rebota y me golpea, me aturde
me hace dormitar por momentos
en los que olvido que sigo aquí, inmóvil
mas luego caigo en cuenta que sólo mi mente quiso emigrar

En las noches es cuando más extraño
más extraño mi sonrisa
que hace meses no es la misma pues es la mitad de cierta
El silencio en mi silencio asusta
distraigo mis ojos y oídos, pero
al final del día sigue el pensamiento inútil
y al día siguiente intento olvidar lo que recordé.

Y todo vuelve a empezar

lunes, 22 de marzo de 2010

Canción tóxica

Abres tu reproductor de música favorito y pones play. Estaba en shuffle y... ay! Suena esa canción que hace mucho no oías, pero te gusta de sobremanera, mas te hace daño oír. Sí, esa es una canción tóxica. La dejas sonando como para martirizarte un rato, un ratito nada más. Ese "ratito" es suficiente para que una avalancha de recuerdos, generalmente tristes, se te vengan encima y no puedas evitar cantar cada parte de esa canción a voz en cuello.

Todos tenemos una canción tóxica. Una que en su momento fue la canción romántica con el novio, que te hacía pensar en él cuando estaba lejos o que ponías cuando estaban juntos para cantarla, pero que ahora oyes y te hace poner cara triste y mirar al vacío por unos segundos. Una que te hace recordar como o porqué terminaron ya que estaba de moda en ese momento. Una que le dedicas, con amor aún o cierto rencor, al susodicho. Sí, la canción tóxica es, parte del soundtrack de tu relación amorosa.

Como olvidar a Bridget Jones cantando afusivamente en la escena inicial de la película. Así tal vez te pones a cantar cuando oyes tu canción tóxica. Tal vez estás en una fiesta, bailando de lo más contento y ponen tu canción tóxica, tu estado de ánimo se va al piso y ruegas que no pongan esa canción o, por el contrario, gritas a voz en cuello dedicando cada palabra.

A continuación, te dejo algunas de mis canciones tóxicas sin orden específico:

"Hay una cosa que yo no te he dicho aún, que mis problemas sabes que se llaman tú"


"Por más que trato de arrancarte de mi ser no puedo, no sé que rayos pasa con mi dignidad"


"Antes de ser parte de mí, antes darte a conocer, tú no eras tú y yo no era yo"


"Si grito cuando debo callar y huyo cuando tú me necesitas más"


"Somos cómplices los dos, al menos sé que huyo porque amo" (En realidad cualquiera de Soda Stereo activa mi memoria emotiva).


"Y recorrer tus entrañas en busca del hijo que no ha de venir" (Y varias más de la época)


Nota: Ninguna herida se abrió durante la redacción de éste post porque le puse silencio al reproductor musical, sino hubiese corrido (más) riesgo mi salud mental.

Oyendo "Radios" de Emmanuel Horvilleur
¿Y dónde están esas radios modernas que pasan esa música que me hace tan bien?
(No siempre nos hacen tan bien)

miércoles, 17 de marzo de 2010

Causalidad

Yo no creo en el destino. Eso que todo esté escrito, que nací con un camino trazado y así será, no va conmigo. Tampoco soy devota de que "las cosas pasen por algo" (¿qué algo? ¿algo fuera de uno?) porque va por la misma senda, quitando responsabilidad a los implicados. En todo caso por alguien. No estoy en contra de las personas que lo creen, sólo que no es lo que me parece.

Las cosas pasan o no pasan porque uno quiere o no quiere. Así de simple. O por lo menos así lo creo. Uno planifica algo, sigue su plan, su camino, pero éste camino no está libre de cruzarse con otros más. Y no sabes que planeó la otra persona para su camino.

Si bien uno no vive solo en el mundo, y tu camino está a veces a expensas de otros más, ello no significa que no tenga origen esa "coincidencia". Más bien creo que son las decisiones que se van tomando las que modifican y cruzan los caminos. No intuiciones, no corazonadas, no tarot, sino decisiones evaluadas con pros y contras, sean concienzudamente o de forma espontánea.

Hay una escena de "El curioso caso de Benjamin Button" (que es una de mis películas favoritas), en que Daysi, la protagonista, es atropellada. En ella relatan como las decisiones que las personas tomaron en cada segundo de la escena modifican lo que pude haber sido, como se pudo haber evitado el accidente, pero éste ocurre porque las decisiones independientes ya se habían tomado.

Cada uno es libre de creer lo que quiera con respecto a como pasan las cosas en su vida, pero eso de dejarlo todo al viento me parece que te resta importancia. ¿Acaso no tenemos la potestad suficiente sobre nuestras vidas que creemos necesitar a algo que esté más allá de nosotros, restándole importancia a nuestro criterio?

Oyendo "Bitch" de Plastiscines
I'm a bitch in disguise

lunes, 1 de marzo de 2010

Verano y el Sol

28° C. Bajo sombra en casa abres las ventanas, prendes el ventilador, tomas litros de agua y una ducha con agua fría. El Sol brilla inclemente en el cielo. Sales y sientes que te quema la piel y, si olvidaste el bloqueador, es muy probable que regreses a casa con un 'lindo' bronceado no deseado. Te pones lentes de Sol para salir porque el brillo te lastima la vista. Sólo deseas llegar a tu destino y que en el camino no haya un embotellamiento que impida al viento refrescarte.

Durante años mi estación favorita fue el invierno. El frío me hacía sentir viva, que podía abrigarme, meterme a la cama con un chocolate caliente y todo solucionado. Según yo, así la vida era más tranquila. Iniciaba octubre y con él los primeros rayos de Sol que presagiaban esa época que detestaba (sí, en pasado): El verano.

Sudar en exceso, el terrible olor de cobradores y gente en los buses, los carnavales, el bochorno, todo ello hacía del verano la estación más horrible del año. Hasta que descubrí algo: Al Sol. Sí ese que hace que suceda lo antes expuesto, me pone de buen humor y me hace despertar.

Está demostrado científicamente que el Sol tiene muchos beneficios para la salud, desde mejorar nuestra inmunidad hasta fortalecer los dientes. Incluso en invierno le da alegría a esos días grises, con la ventaja de que el calor que produce no quema, evitando la depresión invernal.

En verano vivo y disfruto del Sol, salir con los amigos o conmigo misma a pasear aprovechando cada rayo de Sol, usando sandalias todo el tiempo, andando descalza en casa, tomando duchas heladas interminables, comiendo helados o bebidas heladas, usando los lentes de Sol que tanto me gustan y muchas actividades más. Es vacaciones pues.

Lo curioso es que no me gusta la playa porque siento que no hay opción a refrescarse y el calor me aplasta contra la arena o las piedras. Prefiero el Sol en ciudad, iluminándola y haciendo más brillantes sus colores, aunque al final del día quisiera vivir cerca al mar para ver al Sol irse a alegrar la vida de más personas.

Oyendo "Natural" de Mariel (Me remite al verano)
Y en el horizonte puede verse como la belleza natural, de cálida luz resplandeciente, invade mi voz de Sol y mar