Detesto no poder acercarme a mis amigos para felicitarlos. El hecho que aún me importes, que aún me fastidie verte. No quiero pensar si a ti te pasará lo mismo. Si me extrañas, si quisieras mirarme como antes, oír mi voz como yo la tuya, pero no esa voz fría y seca, sino de la que me enamoré. Esa voz decidida que me impresionaba. Esa voz tierna que me sorprendió y emocionó diciendo las palabras que ya no recuerdo o no quiero recordar.
Se han borrado muchas palabras, gestos, momentos, días enteros. A veces aparecen porque algo me hace recordarlos y aun me duele la duda de pensar si fue verdad. He bloqueado recuerdos sin darme cuenta, tal vez esperando que dejen de doler. Los días en que vuelven lo hacen por momentos o de lleno todo el día.
A pesar de todo esto no sabes como me gustaría contemplarte como lo hacía, mirándote cuando no te dabas cuenta, fascinándome por cada parte de ti. Queriéndote así, imperfecto. Las veces que se da, lo hago. Te miro y me quedo enamorada de nuevo.
Pero tengo miedo. Miedo a que me hables de manera distante, que me rechaces, que me alejes con tus palabras o tus gestos que ahora son tan fríos, que me laceran. Me encuentro con cosas que te gustan y quisiera decirte que me emociona que tu equipo siga ganando, que ganaste el concurso de danzas, que vi una película que te gustaría o una chompa que te quedaría bien, pero el miedo me vence. Miedo a que sigas decepcionándome y al rechazo que nuevamente no soportaría.
Sigues con ese semblante distraido y desprotegido que tanto me gusta. Caminando rápido, mirando alerta a tu alrededor como si tuvieras miedo a un ladrón. No sé cuánto más dure este sentimiento. Lo que más quiero es que dejes de importarme, dejar la ansiedad de encontrarte atrás. Poder hablar contigo un día sin que todas los porqués me cubran como avalancha. Hablar de cualquier cosa menos ese tema que tanto me lastima ahora.
No quiero especular sobre ti, pero verte tan tranquilo por ahí me hace pensar que no te importa nada ésta situación que todavía no hemos terminado. No me refiero a volver, sino al hecho de ya no ser nada, al hecho de la separación tan brusca. Si no haces nada, pensaré que nunca te importé y que sólo yo debo elaborar todo. No soy la única culpable, eso debes saber. Si no haces nada me decepcionarás más, aunque tal vez no te importe que pienso de ti.
Nadie es indispensable, pero tampoco es bueno dejar libros abiertos. ¿Es una lucha de orgullos o de miedos? En mi caso es miedo.
Oyendo "En éste río" de Fuera del Resto